Traducido por Alma Campos
El lado sureste de Chicago alguna vez tuvo gran influencia y ha permanecido de clase obrera. Las fábricas de acero fueron la fuente que mantenía a los barrios como Hegewisch y South Deering, que antes eran poblados mayormente por inmigrantes polacos. Pero esa comunidad se ha convertido en una región olvidada. Alejada de los grandes proyectos de desarrollo que otras de las comunidades de la ciudad han visto, el lado sureste ha sufrido desde el colapso de la industria de manufactura en la década de 1970. Muchos de los inmigrantes latinos de la zona no tienen acceso a los recursos que tienen otras comunidades inmigrantes como La Villita o Uptown.
Ana Guajardo, fundadora del Centro de Trabajadores Unidos (CTU, por sus siglas en inglés), quiere cambiar todo eso. Guajardo nació en el sureste de Chicago y su padre trabajó en una fábrica de acero en la zona por treinta y siete años. Sin tapujos Guajardo reconoce la pérdida de la vitalidad de esta comunidad que ha sufrido la pérdidas de su motor económico. “La cuestión es que los habitantes que han vivido en el sur de Chicago por muchos años están orgullosos de su comunidad, y gran parte de ello proviene de cuando eran jóvenes… había un espíritu familiar y todos se conocían. Ahora, [la comunidad] está muy desconectada. En aquel entonces, había un sentido de pertenencia. Especialmente en las iglesias, la gente era muy activa. En la Avenida Commercial, estaba lleno. Ahora, en lugar de ir a las tiendas locales, la gente va a Walmart y Target. Mucha de la gente que creció aquí se ha ido”.
El Centro de Trabajadores Unidos ofrece recursos para los inmigrantes y las comunidades del lado sureste y, con mayor frecuencia, está sirviendo a los suburbios del sur. El rol de Chicago ha sido el de un motor económico porque ha ofrecido abundantes oportunidades de empleo para inmigrantes que llegan a las costas del medio oeste, pero esto no siempre se ha manifestado en un trato equitativo o en acceso a recursos necesarios. Guajardo entiende esto. “No hay suficiente inversión en nuestras comunidades”, señala. “El lado sureste es el que tiene más basureros y vertederos de la ciudad. Cuando las fábricas de acero empezaron a cerrar, no hubo inversión ni atención. La atención se centró en Hyde Park y en el centro”.
Añade que la pérdida de empleos provocó un aumento de la delincuencia y de los problemas de salud mental. “Sólo hay un profesional de la salud mental en el [código postal] 60617, y ninguno en Hegewisch. Pero en el lado norte hay infinidad de opciones. Los suburbios del sur son aún peores: no hay agencias ni organizaciones sin fines de lucro. En Calumet City, ni siquiera hay salas de reuniones para las organizaciones sin fines de lucro”.
Cuando Guajardo fundó la organización en 2008, gran parte de su trabajo al principio consistía en prevenir que los empleadores se aprovecharan de los trabajadores inmigrantes. Habló de casos en los que se le pagaba a los inmigrantes $3 dólares por hora. Algunos de esos negocios eran propiedad de inmigrantes.
Hoy en día, el centro está haciendo avances de diferentes maneras. La expansión de los programas implica la necesidad de más espacio, por lo que el centro está construyendo un nuevo espacio de trabajo. El nuevo edificio, que antes se encontraba en el sótano de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el barrio de South Chicago, incluirá un centro comunitario que podrá albergar talleres de entrenamiento de liderazgo y clases de ciudadanía. Aunque el proyecto del nuevo edificio fue originalmente aprobado en 2014, la construcción se retrasó después de que el ex gobernador Bruce Rauner recortara los fondos. Con la ayuda de organizaciones locales de base y sindicatos, el Departamento de Comercio de Illinois y otros, las cosas están de nuevo en marcha.
Otro avance es el Comité de Navegadores Comunitarios, que entrena a personas para que se conviertan en navegadores comunitarios y estén atentos a las prácticas ilegales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Otro riesgo común es que los inmigrantes que se enfrentan a la deportación o que tienen seres queridos en el sistema de deportación, a veces son estafados por personas que se hacen pasar por abogados. El Comité de Navegadores Comunitarios recientemente atendió a un solicitante del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) que no había recibido respuesta sobre su aplicación durante años después de haber solicitado, por lo que el Comité de Navegadores Comunitarios trabajó con su abogado para enviar peticiones legales para poder obtener una respuesta sobre su solicitud. Luego, cuando le negaron su solicitud, los navegadores comunitarios investigaron por qué.
Descubrieron que no era elegible para DACA porque no había terminado la secundaria y también porque estaba incluido en la base de datos de pandillas del Departamento de Policía de Chicago (CPD, por sus siglas en inglés). Fue puesto en la base de datos de pandillas por tener un tatuaje. Antes, los inmigrantes que enfrentan la deportación no tenían derecho a un abogado designado por el gobierno hasta hace poco, en agosto, cuando el gobernador JB Pritzker firmó una ley que le permitirá al Defensor Público del Condado de Cook que represente a los inmigrantes. Los navegadores lo apoyaron con representación legal. (Al cierre de esta edición, su caso de deportación seguía pendiente).
La conocida base de datos de pandillas de Chicago afecta a muchas más personas como él. La base de datos conlleva un estigma y es aparentemente arbitraria y utilizada a la discreción de la Policía de Chicago. Supuestamente es un medio para mantener información sobre los miembros de las pandillas, pero se ha vuelto muy polémica y divisiva. La Oficina del Inspector General de Chicago auditó la base de datos de pandillas en 2019 y descubrió que constituía una “recopilación de datos de pandillas profundamente defectuosa, con controles de calidad inadecuados y protecciones inadecuadas del debido proceso”. La auditoría descubrió más de 135,000 nombres en la base de datos, y la gran mayoría de los incluidos eran latinx o afroamericanos.
Una preocupación adicional para los barrios de inmigrantes como East Side es la de establecer una relación con la comunidad escolar, en la cual muchas personas tienen un dominio limitado del inglés. En Chicago, donde las Escuelas Públicas de Chicago (CPS, por sus siglas en inglés) gobiernan una extensa red de escuelas, es importante contar con herramientas de apoyo, concejos escolares locales, programas extracurriculares y acceso a los círculos de influencia. Para afrontar esto, otra de las iniciativas del centro es el Programa de Padres Mentores, que coloca a los padres en los salones para ayudar con los elementos básicos de un entorno escolar. “Los padres mentores observan a los niños que no vienen a la escuela, y es realmente importante que llamen a casa para averiguar por qué un estudiante no está en la escuela en un día en particular”, dijo Claudia Sumuano, una mentora y madre de un estudiante de una escuela chárter del área. “Esto ayuda a los padres a sentirse como si alguien se preocupara por ellos”.
Sumuano, que trabaja con estudiantes de preescolar, kínder y primer grado, es a menudo la única adulta presente que habla español y que puede ayudar. A pesar de estar ubicada en el lado sureste, dijo que la Academia de Lenguaje Gallistel no tiene un maestro o un asistente de maestro bilingüe presente en cada salón. Dijo que el Programa de Padres Mentores realiza reuniones y talleres para informar a los padres sobre los programas en el centro y en la comunidad. “Un ejemplo es un programa sobre el abuso sexual y los accidentes laborales que aprendí a través de la participación en el programa de navegadores de la comunidad”, dijo. “Nos enseña que no importa si somos inmigrantes, seguimos teniendo derechos en el lugar de trabajo”.
Sumuano señala lo orgullosos que están sus hijos de verla involucrada en la escuela. “Trabajo uno a uno con los estudiantes que necesitan ayuda adicional con las tareas dentro y fuera de clase. Puedo sacarlos de la clase [para ayudarlos]. También organizo el material del salón, como los libros y otros materiales”. Hasta ahora el programa de padres mentores funciona en cuatro escuelas: Gallistel Language Academy, Douglas Taylor, John L. Marsh Elementary School y Orville T Bright. Sumuano dijo que cree que muchas más escuelas podrían utilizar la ayuda de padres que quieren contribuir a su comunidad escolar local.
El nuevo edificio permitirá que el centro asuma iniciativas ambiciosas, como una incubadora de comida y una cocina industrial para albergar cooperativas de trabajadores. El piso de arriba se transformará en viviendas temporales para familias de inmigrantes recién llegadas.
El centro está desempeñando el papel más reciente en la larga historia de activismo relacionado con la inmigración y el servicio a la comunidad en el sureste de Chicago. La escala de crecimiento para esta organización es impresionante, y elogios como los de Sumuano son muy reveladores: “Estoy muy agradecida por este programa y por las cosas que hacen por nuestra comunidad”.
James es un escritor freelancer y un nativo del lado sur de Chicago. También es propietario de un pequeño negocio de viajes. Anteriormente escribió para el Weekly sobre una app de entrega de comida a domicilio diseñada por un habitante del sur de Chicago para mitigar los desiertos alimentarios.