Federal agents in camouflage combat gear during a recent enforcement operation in Chicago. Credit: Paul Goyette

Traducido por Leslie Hurtado

La tarde del 6 de noviembre, Ricardo Cruz, de diecinueve años, y su madre llegaron en su camioneta a la gasolinera Citgo en la esquina de 63rd Street y California Avenue para poner aire en una llanta. Antes de hacerlo, se oyeron varios carros pitando cerca. Cruz supo de inmediato que no era ruido de tráfico común, sino un equipo local de respuesta rápida que avisaba al vecindario de la presencia de agentes federales de inmigración.

Cruz no dudó en actuar. Él y su madre volvieron a la camioneta y se unieron a la caravana de autos que hacían sonar la alarma.

“Ni siquiera le pusimos aire a la llanta”, dijo Cruz. “Simplemente nos fuimos. Seguimos a los demás autos, tocando el claxon y gritando para advertir a otros que ICE estaba cerca”.

En los vecindarios de Chicago, vecinos y organizaciones comunitarias han creado redes informales para vigilar y responder con rapidez a posibles operativos migratorios. Los habitantes utilizan caravanas coordinadas para seguir a los vehículos federales, documentar sus acciones y alertar a los vecinos. Los conductores pitan, los ciclistas soplan sus silbatos y las cadenas de mensajes de texto difunden los números de placas de licencia de los sin distintivos. Estas acciones forman parte de una resistencia comunitaria más amplia.

Cruz y otros vecinos siguieron a los agentes por Chicago Lawn y Gage Park. 

Al poco rato lo rodearon en la esquina de la 59th Street y Maplewood Avenue. Cruz se detuvo cuando varios agentes de la Patrulla Fronteriza (CBP), con ropa caqui, cascos protectores y la cara cubierta, bajaron de dos vehículos. Él calcula que en la caravana había unos diez autos y, además, unos cinco vehículos de agentes de inmigración.

Cruz, con las ventanas abajo, dijo que los agentes se acercaron agresivamente, les gritaron insultos y metieron las cabezas y los brazos por las ventanillas para intentar abrir la camioneta y obligarlos a bajar. Primero sacaron a su madre. 

En un video que Cruz grabó y guardó en Snapchat, se escucha a un agente gritar, “Él me escupió”, algo que la grabación no muestra.

Desde el interior de la camioneta, el video muestra a un agente federal con uniforme de camuflaje que se inclina casi por completo dentro de la ventana del conductor. Su cuerpo queda a pocos centímetros de Cruz y de su madre, moviéndose con fuerza e intentando controlar el interior del vehículo. El vehículo está detenido y se ve a Cruz sosteniendo su teléfono mientras el agente sigue empujándose por la abertura.

El agente, con el rostro cubierto, intentó golpear a Cruz con una mano enguantada.

“Me agarraron la cabeza, me jalaban el cabello y la estrellaron contra un auto estacionado”. declaró Cruz. “Tenía miedo. Pensé que iban a romper la ventana con mi cabeza”.

Cruz dice que los agentes le golpearon la cabeza contra el vehículo dos o tres veces. Los agentes le gritaban que dejara de resistirse mientras él estaba tendido en la calle y varios agentes se le echaban encima para ponerle las esposos. “Pensé que me iban a romper el brazo”.

Ricardo Cruz holds the phone he used to record Border Patrol agents during the violent encounter.
Ricardo Cruz muestra el teléfono con el que grabó a los agentes de la Patrulla Fronteriza durante el enfrentamiento. Crédito: Ricardo Cruz

Una vez esposado, los agentes empezaron a decir, “Está pateando, está pateando”. Esto provocó que los agentes le echaran gas pimienta a Cruz. Se oye en el video.

“No veo, no veo”, recordó Cruz haber gritado mientras los agentes lo metían en el auto. Cruz gritó por su madre, a quien finalmente dejaron ir.

Esposado y con los ojos que le ardían por el gas pimienta, Cruz contó que los agentes circularon con él durante un buen rato, comunicándose por radio y tratando de localizar a otra persona para detenerla. 

Durante el trayecto, Cruz vió que los mismos agentes que lo arrestaron rodearon otro vehículo. Las personas dentro de ese vehículo también pitaban para alertar sobre la presencia de agentes de inmigración, igual que él había hecho. Los agentes se acercaron al vehículo, pero al final no arrestaron a nadie más mientras Cruz seguía bajo custodia.

Cruz notó una o dos placas de otro estado con las letras “C” y “A”, posiblemente de California, guardadas en el bolsillo trasero del asiento del conductor. 

La oficina de la Secretaría de Estado de Illinois, responsable del registro de vehículos, no respondió a una solicitud de comentarios sobre las placas de otro estado vistas durante el incidente.

Cruz dijo que, después de hora y media de dar vueltas, entrar y salir de la autopista y seguirse unos a otros, los agentes lo llevaron a la oficina del Buró Federal de Investigaciones (FBI) en Chicago, en 2111 West Roosevelt Road, a seis millas del lugar donde lo detuvieron al principio.

En la oficina del FBI, Cruz contó que lo metieron en un cuarto sin ventanas, con una mesa pequeña y dos sillas. Estuvo esposado a una barra mientras dos agentes del FBI lo interrogaban por supuestamente haber escupido a agentes de CBP. Dice que lo retuvieron casi cinco horas y que salió con marcas rojas en las muñecas por la presión de las esposas.

Ante la consulta de Weekly, el FBI respondió que “no comenta sobre la existencia ni el estado de posibles investigaciones” y añadió que, desde enero de 2025, “el FBI, junto con otras agencias del Departamento de Justicia, apoya los operativos migratorios y las investigaciones posteriores por orden del Fiscal General”.

Mientras tanto, su familia y amigos estuvieron todo el día y la noche publicando mensajes en redes sociales para pedir ayuda y encontrarlo. Nadie sabía dónde estaba después de que lo detuvieran agentes de la CBP.

Aunque los agentes de CBP le dijeron que uno de ellos había recogido su teléfono, Cruz afirma que no era cierto. Más tarde supo que su madre tuvo que buscar su teléfono en la calle donde lo detuvieron y lo encontró quebrado. Cree que un agente lo pisó, porque él nunca lo soltó mientras grababa. 

Cruz es solo uno de los ciudadanos estadounidenses detenidos recientemente por las autoridades migratorias. Es difícil saber cuántos hay, porque el gobierno no lleva un registro claro. Una investigación de ProPublica reveló que este año, bajo el segundo mandato de Donald Trump, más de 170 ciudadanos fueron detenidos en redadas o protestas.

Estos datos generan gran preocupación sobre el control que se ejerce sobre agencias como la CBP y Inmigración y Control de Aduanas (ICE), sobre todo porque muchos de los ciudadanos detenidos denuncian tácticas agresivas, poca transparencia y enfrentamientos inesperados a pesar de tener estatus legal. 

Las detenciones han incluido a funcionarios electos, miembros de equipos comunitarios de respuesta rápida y mujeres blancas de los suburbios. En Chicago, según una moción presentada en marzo, agentes de inmigración detuvieron ilegalmente a un ciudadano estadounidense sin orden judicial y lo retuvieron durante horas tan pronto como en enero, después de la toma de posesión de Trump.

La detención de Cruz muestra que los agentes federales siguen actuando con casi ningún control, incluso deteniendo a ciudadanos estadounidenses a pesar de las órdenes judiciales que limitan el uso de la fuerza.

La detención de Cruz, que duró varias horas, ocurrió el mismo día en que vencía una orden que limitaba la fuerza que podían usar los agentes de migración. Ese mismo día el jefe de la Patrulla Fronteriza, Gregory Bovino, se presentó ante la jueza federal Sara Ellis. La jueza extendió la orden, emitida en octubre, después de que Bovino admitió bajo juramento que mintió al decir que una piedra lo golpeó antes de lanzar gas irritante contra personas en La Villita el mes pasado.

La CBP no respondió a nuestra solicitud de comentarios.

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Esa noche, cuando su familia lo recogió, todos se emocionaron mucho.

“Ni siquiera sabía que tenía moretones en la cara hasta que ellos [familia] me vieron y empezaron a llorar”, dijo Cruz.

Tras quedar en libertad, Cruz necesitó atención médica.

Fotos enviadas al Weekly muestran que Cruz tenía arañazos y moretones rojos en el lado izquierdo de la cara. Varias marcas rojizas iban del pómulo hasta arriba de la ceja izquierda, y el párpado de ese lado estaba amoratado. Raspones más leves, aunque visibles, cubrían también ese mismo lado del rostro.

Tenía además marcas rojas en el hombro izquierdo, el cuello y la parte alta de la espalda. En la parte inferior del cuerpo se veía un moretón y varias raspaduras pequeñas en la rodilla derecha.

Tras recibir gas pimienta y tres golpes en la cabeza, Cruz quedó con dolor de espalda y no podía mover el cuello sin molestias. Los médicos le hicieron radiografías y le dijeron que el dolor le duraría un par de semanas.

Cruz considera que sus acciones para alertar a su comunidad sobre la presencia de agentes migratorios no justificaban su detención ni el uso de la fuerza por parte de CBP, y contó que ya se reunió con abogados para evaluar sus opciones.

“Siento que tengo derecho a hacerlo, a pitar. No les estaba haciendo nada”. Cruz dijo

The FBI Chicago Field Office at 2111 West Roosevelt Road. Credit: Google Maps Oficina del FBI en Chicago, 2111 West Roosevelt Road. Crédito: Google Maps

Los ciudadanos estadounidenses pueden, si lo desean, informar a los agentes de inmigración que son ciudadanos, pero no están obligados a hacerlo. Además, sin importar la ciudadanía, toda persona tiene derecho a guardar silencio, a contar con un abogado y a negarse a que la registren sin una orden judicial, según explica Joe DiCola, abogado de derechos civiles y miembro del National Lawyers Guild de Chicago.

Si una persona es detenida y llevada a un centro, DiCola aconseja guardar silencio y no responder preguntas sin un abogado presente. Si hubo uso de la fuerza, conviene fotografiar las lesiones y conservar los registros médicos de la atención recibida.

“Cuando lo liberen, puede contactar a un abogado de derechos civiles para analizar posibles demandas. Si le interesa, hágalo pronto. Sus reclamos expiran en dos años”, dijo Cruz.

La experiencia dejó a Cruz lastimado y asustado, pero también orgulloso.

“Siento que hice lo correcto al tratar de ayudar a los demás”, el afirmó.

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José Abonce dirige programas de la Iniciativa de Chicago Neighborhood Policing Initiative en Chicago y trabaja como reportero independiente. Escribe sobre inmigración, seguridad, política y racismo.

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