Originally published on May 12, 2020, in English
Traducido por Gisela Orozco
El pasado 1ro de abril, durante una caravana de dos horas que pasó por las cuadras residenciales en La Villita, una hilera de autos pitaba y los pasajeros gritaban desde sus ventanas, sobre la calle 26 entre la Cicero Ave. y la California Ave. Voluntarios y personal de la Coalición de Inmigrantes y Refugiados de Illinois (ICIRR por sus siglas en inglés), Enlace Chicago y el Taller de José, organizaron este evento para concientizar a la gente sobre el Censo 2020 y motivar a los miembros de la comunidad a aumentar los índices de respuesta al censo en La Villita.
Mateo Uribe Ríos de ICIRR explicó que la caravana era para “pasar la voz”, esto como resultado de las medidas de distanciamiento social a raíz del COVID-19. “Quiero que la gente participe en el censo porque ganamos más y si no lo hacemos, tenemos mucho que perder”, dijo.
Uribe Ríos es coordinador censal con ICIRR, donde trabaja con otras sesenta y tres organizaciones para movilizar los esfuerzos del censo en las comunidades de inmigrantes de Chicago y los suburbios vecinos. Él apoya que existan las colaboraciones entre muchas organizaciones comunitarias, entre ellas la United African Organization, Arab American Family Services, Coalition for a Better Chinese American Community, y el Centro de Trabajadores Unidos.
También coordina los esfuerzos comunitarios para sacar el recuento, al tiempo que reconoce en primer lugar, las barreras que hacen que esas comunidades sean difíciles de contar.
De alguna manera, trabajar como coordinador del censo era algo poco probable para Uribe Ríos. Cuando era joven y cursaba el segundo año de secundaria, se enteró que era indocumentado; por lo tanto, no quería involucrarse cívicamente. “Cuando era joven, siempre me mantuve alejado, no quería participar ni involucrarme, no le veía el caso”, dijo Uribe Ríos.
“Simplemente no veía cómo podía participar si no podía votar. Cuando cumplí dieciocho años, supe que no podía. Pensé que no podría ir a una universidad pública. Pensé que estas cosas estaban lejos de mi alcance y eso me hizo sentir más desconectado del país… Es como tener un pie adentro y el otro afuera”.
Al criarse en Berwyn sentía que “mis barreras como una persona a la que Estados Unidos y su cultura le eran una novedad”, se vieron empeoradas por la falta de oportunidades. Y la discriminación racial en un distrito escolar fallido deterioró su confianza. El traslado de los distritos escolares a Riverside le abrió los ojos a la desigualdad de recursos que las comunidades reciben, así como a las posibilidades que existían para la participación cívica. “Simplemente tuve que mudarme al otro lado de la avenida Harlem para que mi vida cambiara por completo”, dijo Uribe Ríos.
A medida que fue creciendo, fue testigo de eventos realizados por jóvenes indocumentados y de la movilización política a favor de la reforma migratoria. “Recuerdo ver [los canales] C-SPAN y Univision y ver esos votos a favor del DREAM Act y tener grandes esperanzas, para luego verla fracasar. Así que quería hacer algo al respecto”, agregó.
En 2010, fue testigo de uno de los primeros mítines de jóvenes indocumentados, donde los jóvenes expusieron su condición como “indocumentados, sin miedo y sin remordimientos”. El momento de esta manifestación dirigida por jóvenes también coincidió con el censo anterior. “No sabía lo que estaba en juego. Pero ahora sé que el censo significa algo. Significa que se reconoce mi presencia”, acotó.
Con la orden de quedarse en casa, las organizaciones asociadas a ICIRR han decidido posponer los conteos a domicilio, pero todavía buscan maneras de informar a las comunidades. El 1ro de junio, ICIRR efectuará un día del censo para inmigrantes y refugiados. “Le he hecho saber a nuestros socios que todavía podemos hacer el trabajo necesario, pero tenemos que cuidarnos si queremos abogar por nuestra comunidad”, puntualizó.
Comunidades ‘difíciles de contar’
A pesar de los esfuerzos comunitarios, estas comunidades a menudo son etiquetadas como “difíciles de contar”. Este término se refiere a los índices de respuesta históricamente bajos, así como a la dificultad de aumentar la participación mediante actividades de divulgación. Muchas comunidades “difíciles de contar” tienen poblaciones que son menores de cuatro años, que viven en la pobreza, que son minorías raciales, personas sin hogar, inquilinos, que residen en barrios densamente poblados o que viven en viviendas informales.
Como resultado de no ser bien contadas, las comunidades corren el riesgo de perder asignaciones de fondos, no tener representación política ni recursos comunitarios.
Sin embargo, etiquetar a las comunidades como “difíciles de contar”, tiene implicaciones que a menudo, no reflejan sus experiencias. La terminología censal apunta a estas comunidades como el partido difícil, en lugar de reconocer la opresión que han experimentado y que sigue existiendo. “Estas personas no son difíciles de contar a propósito”, dijo Uribe Ríos.
“Se trata de poblaciones que históricamente han sido marginadas por el gobierno, por lo que han sido convencidas de no participar en el censo”.
Describió cómo las desigualdades históricas y actuales pueden influir en la percepción que tiene un individuo del censo, cómo se convierte en un proceso completo y deliberado de tantear los riesgos y beneficios. “Estamos hablando del gran esquema de las cosas, (de la) opresión del sistema”, explicó.
“La gente de la comunidad indocumentada tiene razones para no confiar en el gobierno y no querer darle sus datos. Esta información se ha utilizado erróneamente… Esta información se utilizó para rastrear a japo-americanos y japoneses en los tiempos de los campos de concentración en los años 40”, contó. Desde entonces, bajo el Título 13 del código de EEUU, los datos del censo han protegido la información personal e identificable de las personas. Sin embargo, las comunidades temen que la historia se repita, dadas las prácticas actuales contra los inmigrantes.
“La gente indocumentada como nosotros, tiene que mantener cierto nivel de distancia del gobierno, y por otro lado, el censo nos está invitando de regreso a ser parte del recuento”, agregó Uribe.
Un ejemplo reciente fue la pregunta sobre la ciudadanía que fue propuesta y ultimadamente excluida del Censo 2020. La confusión persistente sobre si la pregunta aparecería o no, así como los temores sobre cómo los datos personales y de la familia podrían ser utilizados en el futuro, ha generado desconfianza hacia el gobierno de Trump. El aumento de la vigilancia policial en las comunidades de inmigrantes en conjunto con la vigilancia del ICE, las redadas, las deportaciones y los nuevos centros de detención para niños indocumentados, han agravado aún más esas tensiones.
Uribe Ríos dijo que no le debería corresponder a las propias comunidades indocumentadas superar las preocupaciones sobre el uso indebido de la información. “El gobierno nos está pidiendo que demos este paso hacia adelante, pero no dará un paso por nosotros. Y eso no es justo”, dijo Uribe Ríos.
“El gobierno no nos está involucrando cívicamente. Nuestro sistema educativo no está comprometido con nosotros. Tampoco nuestros lugares de trabajo, nuestra atención médica, nuestra comprensión cultural de los inmigrantes, nada nos está incluyendo a nosotros. No estamos incluidos en todos estos sistemas”, señaló Uribe Ríos, diciendo que esta falta de inclusión puede “impedir que las comunidades vean el efecto que el censo puede tener en nuestras comunidades”.
Señaló la contradicción entre la promoción censal y “al mismo tiempo, el gobierno también está haciendo cosas que nos desalientan de recibir esos beneficios en los otros nueve años de la década”, como son la falta de inversión escolar equitativa, los problemas para mantener la infraestructura comunitaria y la necesidad persistente de servicios sociales.
“Cuando se trata de esta relación entre las comunidades, ¿dónde están los mandatos? Para la comunidad afroamericana, ¿dónde están las compensaciones? Con la comunidad indígena, ¿qué se está haciendo para reparar esa relación? Para otras personas de color, ¿qué se está haciendo para crear oportunidades adicionales?”, cuestionó. En lugar de etiquetar a las comunidades como difíciles de contar, es mejor reconocer la opresión del sistema y trabajar por una rendición de cuentas.
“Una cosa es decir que una persona equivale a cierta cantidad de dólares para esta comunidad. Otra cosa, es ser intencional al decir que ‘esta comunidad, como sabemos, ha estado enfrentando problemas del sistema que ha existido en este país’. Necesitamos hacer más”, dijo Uribe Ríos. Sin una perspectiva histórica, la enumeración de los beneficios censales por sí sola, no justifica plenamente las necesidades actuales de la comunidad.
Como organizador del censo, dice que su función es educar a la gente mediante discusiones sobre el censo que tengan en cuenta estos matices, tensiones y factores. Valida los temores individuales al completar el censo en eventos comunitarios, que recientemente se han celebrado de manera virtual. “Es difícil. Es difícil porque estoy de acuerdo con mi trabajo. Quiero que se cuente a la gente y quiero que la gente tenga la oportunidad de tomar esa decisión por sí misma. Pero también deseo que estas barreras, que son construcciones [sociales], no existieran”, compartió.
Uribe Ríos reconoce que las comunidades han abogado por sí mismas de muchas otras maneras, y que el censo no es la única forma de hacerlo. Dijo que estas comunidades “han construido dentro de sí mismas sus propias redes de seguridad, sus propias redes sociales”, pero que se necesitan más recursos para sostener su crecimiento y sus estructuras.
Para él, su labor de promoción de la participación cívica no sólo ayuda con los esfuerzos censales, sino que también sirve para que las comunidades de inmigrantes tengan más visibilidad. Dijo que con la participación en el censo, las comunidades no sólo pueden apoyar a que se asignen recursos de manera correcta, sino que también ayudan a la redistribución política a nivel estatal y federal, a pesar de que la persona no pueda votar.
Uribe Ríos piensa que para las comunidades indocumentadas, completar el censo debe funcionar para ambas partes.“Significa que yo cuento. Eso significa que también debería proveer los servicios que mi comunidad necesita, porque yo soy un miembro de esta comunidad… Estoy haciendo una declaración aquí que, sí, es aquí donde decidí tener mi hogar y a mi familia”.
Este reportaje del Weekly sobre el Censo 2020 cuenta con el apoyo de un subsidio de la Fundación McCormick, administrada por la Chicago Independent Media Alliance (CIMA).
Jocelyn Vega es una editora colaboradora del Weekly. Su reportaje anterior fue sobre una plática en el Museo Nacional de Vivienda Pública.