Traducido por Gisela Orozco

Regresó en una caja. 

En un ataúd de madera envuelto en cartón, de los que se usan para proteger la mercancía. Dieciocho años después de su partida, así fue como Silverio Villegas González regresó a su estado natal, Michoacán. El avión aterrizó en el aeropuerto de Guadalajara, capital del estado de Jalisco; desde allí, la carroza fúnebre recorrió diez horas por las colinas hasta llegar a Loma de Chupio, rancho del municipio de Irimbo, a eso de las 4:00 p. m. del jueves 26 de septiembre.

Según el reportero michoacano César Cabrera, quien asistió al funeral, la familia realizó el velorio en la pequeña casa de madera donde creció Villegas, de cuatro habitaciones y con techo de lámina. Unas veinte personas acudieron la primera noche: hermanos, sobrinos, vecinos.

Detrás del ataúd de Villegas González, estaban reclinados contra la pared grandes arreglos florales: uno lleno de rosas rojas y blancas, otro con lirios amarillos, flores blancas y follaje verde. Un crucifijo dorado se alzaba a la izquierda del ataúd, reflejando la luz de las velas.  Al día siguiente, la iglesia de Irimbo estaba llena de feligreses que se dieron cita para la misa de cuerpo presente.

La mañana del 12 de septiembre, agentes federales de inmigración le dispararon mortalmente a Villegas González durante una detención por tráfico en el suburbio de Franklin Park. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) afirmó posteriormente que un agente resultó “gravemente herido” tras ser arrastrado por el auto de Villegas González mientras éste intentaba huir.

Sin embargo, las imágenes de la cámara corporal obtenidas por el Weekly muestran a un agente diciéndole a un policía de Franklin Park que sus heridas “no eran graves”. Al momento del tiroteo, ninguno de los agentes federales portaba una cámara corporal.

El Consulado General de México en Chicago pagó el vuelo. El estado cubrió el transporte desde Guadalajara. El municipio pagó el entierro.

Cabrera afirmó que el regreso de Villegas González a Michoacán fue uno de muchos. Cada año, cientos de cuerpos regresan a Michoacán desde ciudades estadounidenses como Chicago, Los Ángeles y Houston. En 2025, al menos veintiocho restos de michoacanos que murieron en Estados Unidos fueron repatriados al estado. Algunos casos atraen la atención pública, afirmó, pero muchos otros permanecen en privado a petición de las familias.

En julio, otro hombre de Zinapécuaro —Jaime Alanís García, el primer michoacano en morir este año durante una redada del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE)— se cayó del techo de un invernadero en California mientras intentaba escapar de los agentes. Su familia, dijo Cabrera, era “muy, muy pobre”.

El año pasado, la oficina del Consulado General de México en Chicago, que atiende a Illinois y el norte de Indiana, gestionó aproximadamente 700 repatriaciones. La mayoría se debió a fallecimientos por enfermedad, accidentes o causas naturales.

“A veces, los familiares nos contactan y, en otras ocasiones, las autoridades locales o las oficinas del médico forense nos dejan saber”, dijo Saúl Juárez Montaño, Cónsul de Protección y Asuntos Jurídicos. Una vez establecido el contacto, según explicó, el personal consular entrevista a la familia y realiza lo que ellos llaman una evaluación socioeconómica para determinar si califican para recibir asistencia financiera.

“En muchos casos, cuando las personas son indocumentadas mueren y un familiar muere de una manera que implica a la policía o una investigación, temen contactar a las autoridades e intentar obtener una respuesta sobre lo sucedido”, dijo Javier Cerritos De Los Santos, también Cónsul de Protección y Asuntos Jurídicos.

“Cuando un caso involucra a un agente de la ley, el Consulado de México, como lo ha hecho en el pasado, solicitaría una investigación completa de lo sucedido para que la familia tenga plena certeza de lo ocurrido. Y si hay algo más que deba hacerse con respecto a este tipo de situación”, explicó.

El consulado también mantiene “una lista de funerarias con las que hemos trabajado a lo largo de los años, las que saben cómo realizar este proceso correctamente”, destacó  Cerritos De Los Santos. Estas funerarias se encargan del embalsamamiento, de la apostilla del certificado de defunción y de la certificación necesaria para que un cuerpo cruce la frontera. Una vez que todo está en orden, el consulado emite “la visa para los restos, para que el cuerpo pueda ingresar a México”. 

Juárez Montaño destacó que la oficina trabaja lo más rápido posible una vez que se completa la documentación. “Las familias en México están acostumbradas a que, si alguien fallece, ya estén en el funeral esa misma noche. Decimos: ‘velando al difunto esa misma noche’, ¿no? Y al día siguiente, ya los llevamos al cementerio y los enterramos. Esa es la tradición mexicana”, explicó.

“Pero cuando eso sucede aquí, tenemos que explicarles a las familias que, especialmente en México, en Estados Unidos es totalmente diferente. El cuerpo puede tardar una o dos semanas en la morgue, luego la funeraria tiene que recogerlo, obtener el certificado, obtener la documentación que nos deben entregar y, obviamente, emitir la visa para que el cuerpo viaje a México”.

✶ ✶ ✶ ✶

Cuando el ataúd de Villegas González llegó a Loma de Chupio, su madre, que lo esperaba, estaba desconsolada, contó Cabrera. Dos de sus hermanos coordinaron el velorio en la pequeña casa de madera de la familia.

El hermano de Villegas González, Jorge Villegas González, lo describió como un hombre que evitaba la confrontación. “Mi hermano era una persona tranquila, callada”, dijo. “Era muy cariñoso con sus hijos; era todo para ellos”.

Jorge agregó que la familia estaba devastada por la muerte de Villegas González. La familia exige respuestas tanto a los gobiernos de México como al de Estados Unidos. Planean emprender acciones legales contra el gobierno estadounidense una vez que pase el período de duelo. “Queremos ayuda para que esto se aclare”, señaló Jorge. “Si el agente estaba entrenado para matar a personas desarmadas, a eso no se le puede llamar justicia”.

El pueblo de Irimbo “es pequeño, un lugar con un alto nivel de pobreza”, señaló Cabrera. Según datos de 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), aproximadamente la mitad de sus habitantes vive en pobreza y casi el 12% en pobreza extrema.

“La casa de Silverio está hecha de postes de madera”, señaló Cabrera. “El techo es de lámina. Tiene cuatro habitaciones como máximo; cuatro por cuatro, y tiene un pequeño campo de maíz, pero lamentablemente no les alcanza para sobrevivir”.

Describió la región como una donde la migración se ha convertido en una especie de rutina. “Es un fenómeno natural debido a la pobreza y a la violencia”, dijo. “Por eso tanta gente se va”.

Cabrera señaló que incluso después de dieciocho años en Estados Unidos, la situación financiera de la familia de Silverio no había cambiado. “El hecho de que vayas allí no significa que las cosas vayan a ir bien de la noche a la mañana”, destacó. “Allá la gente también tiene familia, tiene gastos, y las condiciones en las que los contratan influyen mucho”.

En Michoacán, Cabrera ha cubierto muchos casos como el de Silverio: migrantes que se van en busca de estabilidad y regresan años después en cajas de madera. “Es la necesidad lo que los impulsa”, agregó. “Es el último recurso que les queda”.

✶ ✶ ✶ ✶

Tras la muerte de Villegas González, su novia de casi dos años, Blanca Mora, no se atrevía a volver al trabajo. Había estado limpiando casas y oficinas, pero su jefe notó lo afectada que estaba y le pidió que se tomara un tiempo libre. Luego, la reemplazó.

En su primera entrevista desde la muerte de Villegas González, Mora contó al Weekly que pasó tres días en el hospital recibiendo tratamiento por síntomas relacionados con el estrés, el pánico y la ansiedad provocados por el trauma y el duelo.

“Los médicos me dijeron: ‘Ahora mismo vas a estar como un bebé’. Tienes que aprender a gatear y a recuperarte’”, relató.

Sin ingresos estables, el alquiler se volvió imposible de cubrir, comentó. Un grupo local, PASO West Suburban Action Project, le dio un cheque de $500 que la ayudó a mantenerse a flote un mes más.

“En cuanto nos enteramos de que había actividad de ICE en Franklin Park, nos movilizamos de inmediato”, dijo Ana Torres, organizadora y responsable de comunicaciones de PASO.

El apartamento en Franklin Park ya no parecía habitable, según Mora. Su hija de trece años no podía dormir allí porque la casa le recordaba lo que le había sucedido a Villegas. “Le afectó estar allí”, destacó Mora. Así que empacaron sus cosas, la mayoría de las cuales ahora están guardadas en el garaje de una amiga, y se mudaron a una pequeña habitación en Berwyn.

“Nos mantuvimos en contacto con ella y su familia”, dijo Torres. “Incluso asistieron a un evento que organizamos un mes después de la muerte de Silverio para honrar su vida y exigir comunidades más seguras”.

Ese evento tuvo lugar en el Gouin Park en Franklin Park, donde los residentes locales se reunieron para recordar a Villegas González y denunciar lo que Torres llamó “un asesinato innecesario y cruel”. Para PASO, dijo, el trabajo va más allá de ofrecer ayuda después de una tragedia; se trata de asegurar que las comunidades conozcan sus derechos cuando llega ICE. “Seguimos diciéndolo claramente”, destacó Torres. “ICE no es bienvenido en nuestros vecindarios. Crean inseguridad, no seguridad”.

✶ ✶ ✶ ✶

Villegas González y Mora vivieron juntos en Franklin Park durante unos ocho meses antes del asesinato. Estaban deseando celebrar su segundo aniversario juntos el 10 de octubre.

Casi todas las mañanas eran iguales: él la despertaba antes del trabajo con un “levántate, chiquita”. Ayudaba a vestir a los niños, se aseguraba de que todos comieran algo: yogur, una pieza de fruta, un vaso con leche.

“Siempre era muy atento”, recordó Mora. Cuando ella tenía migraña, él le decía que descansara y llevaba a los niños de la escuela. Los dos hijos de Villegas González, de tres y siete años de edad, vivían con ellos, junto con la hija de Mora. La llamaban “mamá de arroz”, un apodo que empezó como una broma y que se le quedó.

Casi todos los días hablaban de buscar un apartamento más grande, tal vez alquilar una casa cuando su hija terminara la escuela intermedia.

La mañana del 12 de septiembre, Mora se apresuró a prepararse. Iba tarde, preocupada por el tráfico. Villegas González la detuvo en la puerta, pidiéndole un momento para abrazarlo. Su hija se unió a ellos y lo besó en la frente.

Después de dejar a su hija en la escuela, Mora regresó a casa para cambiarse e ir a trabajar. En ese entonces, Villegas González solía llamar después de dejar a sus hijos en la escuela y dirigirse a su trabajo, una breve charla que compartían cada mañana. Al no recibir la llamada, empezó a preocuparse.

Llamó a su jefe, quien le dijo que no se había presentado a trabajar. Llamó a su hermana y a la mujer que cuidaba a los niños. Nadie sabía nada de él.

Entonces abrió Facebook.

“Entré en Facebook y vi el video”, narró Mora. “Dije: ‘Bueno, fue un accidente, un choque… pero está bien, por lo que parece’”.

Siguió mirando.

“Entonces vi que lo estaban golpeando”, dijo. “Se les oye gritarle y pensé: ‘Lo van a llevar al hospital, lo van a cuidar’”. Unos minutos después, actualizó su página. “Fue entonces cuando vi que anunciaron su muerte”, contó. “No podía creerlo. Pensé: ‘Quizás fue un error, quizás lo confundieron con otra persona’. Sólo le pedía a Dios que se hubieran equivocado”.

Como la pareja no estaba casada, Mora no participó en la repatriación del cuerpo de Villegas González. Tras su muerte a manos de agentes federales, su familia en México se convirtió en el punto de contacto oficial con el Consulado Mexicano, que, para la repatriación, requiere la autorización del pariente más cercano.

Mora había vivido con Villegas González, criado a sus hijos junto a él y compartido una vida, pero la trataron como a una extraña.

“No me tomaron en cuenta para nada, porque no era su esposa”, dijo. “Quería que me dejaran despedirme de él como debía”, señaló Blanca. “Era mi pareja”.

✶ ✶ ✶ ✶

Alma Campos es la reportera de inmigración y editora de proyectos del Weekly.

Leave a comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *