Traducido por Alma Campos
La exposición de arte, “Remaking The Exceptional: Tea, Torture, and Reparations | Chicago to Guantanamo”, conecta la violencia policial local de Chicago con la violencia de los derechos humanos en la prisión de Guantánamo. Varios jefes de la Policía de Chicago llevaron sus tácticas de tortura allá.
Los curadores de arte quieren que la exposición universitaria sirva para hacer una conexión entre lo que es la guerra y nuestra relación con ella. El “Proyecto Té”, como le dicen en inglés, debe su nombre al concepto de tomarse un té, “cuando alguien se sienta, toma y reflexiona con una taza de té y hay ese espacio para hacer preguntas sobre nuestra relación con el mundo”.
La Bahía de Guantánamo es un campo de detención militar en Cuba. Mientras que en la prisión de Guantánamo encarcela a personas de todo el mundo como parte del régimen internacional del ejército estadounidense, el Departamento de Policía de Chicago tiene un historial similar de ejercer la violencia y la brutalidad del estado en casa.
“El Proyecto Té [se trata] de nuestra relación permanente con la guerra”, dijo la co-curadora Amber Ginsburg, residente de Hyde Park. “Para la mayoría de los estadounidenses, [parece] bastante lejano, pero para los que vivimos en Chicago, en realidad está bastante cerca”.
“Esto aplica a Chicago porque resulta que Richard Zuley, quien era un comandante de la Policía de Chicago, fue llevado a Guantánamo para entrenar en lo que se denomina una interrogación mejorada” dijo Ginsburg. “En otras palabras: tortura”.
Zuley fue comandante de la policía de Chicago entre 1977 y 2007 y en 2003 entrenó a los agentes de Guantánamo en sus métodos de tortura provenientes de Chicago. Estuvo a cargo del interrogatorio de Mohamedou Ould Slahi en Guantánamo, reportó el diario The Guardian.
Los métodos de tortura de Zuley entre Chicago y Guantánamo incluían el uso de cadenas para atar a los sospechosos a las paredes de la comisaría, acusaciones con pruebas falsas y amenazas de daño a los miembros de las familias de las víctimas. El interrogatorio de Slahi incluyó “múltiples amenazas de muerte, temperaturas extremas y privación del sueño”, según reportes.
El comandante Jon Burge del Departamento de Policía de Chicago (CPD, por sus siglas en inglés) torturó a más de 120 personas inocentes para que hicieran confesiones falsas bajo el mando de CPD entre 1970 y 1992. La mayoría de las víctimas eran hombres negros. En 2016, veinte de las víctimas de tortura de Burge fueron liberadas de prisión.
En la exposición hay varias dedicatorias a los sobrevivientes de Burge. La artista de costura, Dorothy Burge (ninguna relación), hizo colchas que representan a todos los supervivientes que aún están encarcelados. También hay un muro dedicado a nombrar a todas las víctimas de Burge en un esfuerzo por combatir a quiénes típicamente son incluidos en la historia, según Ginsburg.
“La conexión [es] la historia de violencia del oficial aquí en la ciudad y las confesiones forzadas y la forma que llevó eso a Guantánamo, y luego cómo eso fue transmitido a Abu Ghraib por el General Miller”, dijo el co-curador Aaron Hughes. “Fuimos capaces de rastrear estas cosas a través de estos relatos de primera mano para revelar más y más”.
Ginsburg y Hughes iniciaron el “Proyecto Té” en 2009. Se trata de un movimiento contra la guerra que poco a poco se convirtió en un movimiento abolicionista centrado en la justicia transformativa, según Ginsburg. A lo largo de la década, han investigado y se han puesto en contacto con sobrevivientes de la tortura en Chicago y Guantánamo.
“Siempre es un proceso de investigación, descubrimiento, exposición y revelación”, dijo Hughes. “Al salir de mi experiencia en Irak, me sentí muy motivado a poner fin a la guerra en Irak y me mostré muy crítico de la guerra global contra el terrorismo y de nuestra política exterior estadounidense en general”.
Los activistas están realizando esfuerzos para defender a los sobrevivientes de la tortura de Chicago. Chicago otorgó a los supervivientes de Burge $5.5 millones en reparaciones en 2015 y un monumento público para los sobrevivientes está en proceso.
Ginsburg y Hughes también comparten un proyecto de ley de reparaciones para los sobrevivientes de Guantánamo en el sitio web del “Proyecto Té.” La propuesta incluye el reconocimiento formal por parte del gobierno estadounidense de su papel en la “participación sistemática” en la tortura física y psicológica y cerrar la prisión de Guantánamo.
Aislinn Pulley, codirectora ejecutiva de Chicago Torture Justice Center, cree que la exposición puede ser el paso inicial para conocer las violaciones locales de los derechos humanos.
“[Remaking the Exceptional] proporciona un punto de entrada para comprender cuál es la magnitud real de la violencia del estado sobre la sociedad nacional, y luego conectarla con la forma que el ejército estadounidense ejerce la violencia estatal a nivel internacional es muy, muy importante”, dijo Pulley.
Laura-Caroline De Lara, directora del Museo de Arte de DePaul, dijo que ha habido mucho interés por parte del público. “Se trata de introducir a las nuevas generaciones de estudiantes y miembros de la comunidad y visitantes del museo de arte a la historia y a la información en sí, pero [también] de considerar cuál es el rol de un museo para ayudar a contar ese tipo de historias y de querer realmente asegurarnos de que podemos ser un lugar que no evita tener conversaciones difíciles”, dijo De Lara.
Aunque los temas son difíciles, enfrentar la historia es necesario, según Pulley. “En el proceso de nombrar y reconocer el impacto de ese daño, estamos mejor capacitados como sociedad para determinar si ese daño es o no aceptable para nosotros como pueblo”, dijo.
Utilizar el arte para enseñar sobre la tortura y las reparaciones es algo único, pero también permite humanizar estos temas para quienes no están familiarizados con ellos. “El arte sigue siendo una herramienta muy poderosa para transmitir información y permitir que la gente vea y trate algunos temas realmente complicados, traumáticos y duros de una manera que puede ser más aceptable que otros medios de información”, dijo Pulley.
Además de la exposición, Ginsburg y Hughes publicarán un libro el 14 de julio y la emisión de un podcast. “Nos ayuda a ver la profunda humanidad del tema, que se espera que impulse un cambio político, para salir al mundo y hacer demandas”, dijo Ginsburg. “Hay muchas formas hermosas de articular esas demandas a través de muchos medios diferentes”.
Los visitantes tienen la oportunidad, al salir de la exposición, de reflexionar sobre lo que han aprendido y lo que quieren hacer al respecto. “La gente escribe directamente en las paredes de nuestra galería sus respuestas a estas preguntas, para brindar a la gente esa oportunidad, cuando se preparan para salir de la exposición, de dejar sus respuestas directamente en la pared”, dijo De Lara.
Pulley anima a los visitantes a ir al Chicago Torture Justice Center y donar a las solicitudes de ayuda mutua para los sobrevivientes. También hay oportunidades para asistir a los casos judiciales de los sobrevivientes.
“Tenemos tantos ejemplos de áreas en la ciudad y también en este país donde se está cometiendo daño y se está generando daño”, dijo. “Lo que pide la exposición es que nos involucremos y la pregunta es: ¿qué vas a hacer?”.
En una sociedad que sufre una pandemia mundial y la violencia armada, hay oportunidades para oponerse.
“Todos vivimos en una época de profundos traumas, traumas personales, traumas colectivos, traumas existenciales, e individuos que han estado en algunos de los lugares más dolorosos y violentos y brutales, y han experimentado cosas inimaginables, han encontrado formas de darle sentido a esa violencia y transformarla en belleza, en resistencia”, dijo Hughes.
La exposición estará hasta el 7 de agosto en el Museo de Arte DePaul, en el 935 W. Fullerton, con entrada gratis.
Nadia Hernández y Emily Soto estudian periodismo en la Universidad de DePaul. Nadia es editora gerente del DePaulia y presidenta de NAHJ DePaul. Emily Soto es editora de fotografía en el DePaulia.