Proyecto mural en Gage Park. Foto por Eduardo Cornejo.

Originally published on December 26, 2020 in English

Traducido por Jacqueline Serrato

En el 2018, Samantha Martínez, residente de Gage Park, estaba terminando su carrera en la Universidad Roosevelt cuando empezó a contemplar lo que seguía. “Había la expectativa de tener que dejar Gage Park para ser considerado exitoso en Chicago, y no nos gustaba eso”, dice Martínez. Su hermana gemela Katia sentía la misma presión.

Martínez dijo que la idea de dejar su vecindario se les enfatiza a los estudiantes latinos criados aquí. Aunque a ambas les encantaba Gage Park por su fuerte comunidad latina y su ambiente acogedor, carecía de cosas que ellas querían en un vecindario, como centros comunitarios, oportunidades de trabajo y programas para jóvenes.

Entonces, en lugar de mudarse, las hermanas decidieron organizarse. “Empezamos a preguntarnos entre sí, ¿cómo crear una oportunidad en la que podamos trabajar directamente con nuestra comunidad?” dijo Martínez. Después de juntar un pequeño grupo de personas con las mismas ideas, crearon el Gage Park Latinx Council (GPLXC), una organización comunitaria dirigida por jóvenes latinx que incluyen aquellos que se identifican como queer, femme, DACAmentados y artistas.

En las últimas décadas, el suroeste de la ciudad se ha convertido en una concentración de latinos e inmigrantes que se extiende más allá de las áreas históricamente conocidas de La Villita y Pilsen dentro y cerca del lado oeste. Este año, los códigos postales del lado suroeste, en donde vive una gran parte de los trabajadores esenciales, tuvieron unas de las tasas de COVID-19 más altas de la ciudad, sin mencionar los incidentes de contaminación ambiental —una combinación de circunstancias que han politizado a residentes locales para organizarse y exigir cambios desde arriba.

También es parte de un cambio demográfico gradual que ha estado en movimiento durante décadas. Aunque el lado suroeste es ahora una área latina, no siempre fue así. En 1990, Gage Park y Brighton Park eran el 70% y 63% anglosajones, respectivamente. Para el 2000, sin embargo, pasaron a ser mayoritariamente mexicanos (79% y 77% respectivamente). Uno de los últimos barrios en convertirse en predominantemente latinos en el suroeste fue West Lawn. En 1990, West Lawn era 88% blanco. Para 2010, era 80% latinx.

“Muchas de estas áreas [en el suroeste] eran más de clase trabajadora blanca y clase media blanca, y estaban vinculadas étnicamente a Europa”, dijo José Acosta-Córdova, quien escribió el Informe de vecindarios latinos, un estudio de las comunidades latinas en Chicago.

Acosta-Córdova, un organizador de investigación y planificación ambiental de la Organización de Justicia Ambiental de La Villita, dijo que estos cambios son similares a los que experimentaron áreas como Bronzeville en el lado sur cuando pasaron rápidamente de anglosajonas a afroamericanas a mediados del siglo veinte.

“No se ha reconocido suficientemente la importancia de esos cambios demográficos ni respondido a las necesidades de estas comunidades”, dijo.

El cambio demográfico fue una de las razones por las que se formó el Brighton Park Neighborhood Council (BPNC) en 1997. “No había realmente un sentido claro de comunidad. La gente quería construir una comunidad”, dice Patrick Brosnan, actual director ejecutivo de BPNC y empleado desde 1999.

Los mexicanos se estaban mudando a Brighton Park de Pilsen, Las Empacadoras, y La Villita debido a razones como la gentrificación, la violencia de las pandillas y la vivienda asequible. Brosnan dice que hubo un reconocimiento entre la comunidad latinx a fines de la década de los ’90 de que ‘Somos nuevos en esta comunidad y no hay nadie que nos represente. Tenemos que hacer algo al respecto’.

Andrea Ortiz, organizadora principal de BPNC, recuerda cuando sus padres se mudaron a Brighton Park en 1995. Dijo que en ese entonces se podían ver los cambios del vecindario.

“Vivieron en el lado norte, por Humboldt Park, por un tiempo y fueron desplazados ​​[por los altos costos] y luego se mudaron a Back of the Yards y estuvieron ahí por un tiempo, pero había mucha violencia de pandillas”, dijo. “Mi madre dijo, ‘Escuché que Brighton Park era un gran lugar para criar una familia y estábamos listos para sentar cabeza, así que ahí es adonde decidimos ir'”.

“Cuando muchos latinos e indocumentados comenzaron a mudarse, fue cuando vimos el ‘white flight'”, dijo Ortiz. “Cuando mis padres compraron su casa en Brighton Park, estábamos viendo lo último de nuestros vecinos blancos que se estaban yendo”.

El “white flight” es el término utilizado para describir la mudanza repentina y a gran escala de personas anglosajonas de las áreas urbanas a medida que estas se vuelven más diversas. Este fenómeno se observó particularmente a mediados del siglo XX en Estados Unidos cuando se les facilitó la migración a los suburbios.

“Junto con la huida de los blancos, también se acabaron los recursos”, dijo Ortiz. Dijo que ha visto fotos de cómo era Brighton Park, cuando solían haber más lugares de recreación y hasta un cine. “Y una vez que llegó nuestra gente, [los recursos] se acabaron”.

Brosnan enfatiza que las comunidades del lado suroeste, incluyendo Brighton Park, Archer Heights, Gage Park son “nuevas” debido al enorme cambio demográfico, y el cambio de las necesidades en estas áreas que no han sido abordadas adecuadamente por los funcionarios de la Municipalidad.

Ortiz también dijo que es difícil poder ayudar a todos con sus necesidades, las cuales se hicieron más pronunciadas durante la pandemia. “Creo que es aún más importante continuar apoyando a los grupos de ayuda mutua que no son parte de organizaciones sin fines de lucro”, dijo. Agregó que BPNC refirió a algunas personas al fondo de ayuda mutua del Gage Park Latinx Council porque la necesidad de asistencia monetaria ha sido muy alta.

Aunque los orígenes de BPNC y GPLXC ocurrieron con algunas décadas de diferencia, comparten la meta de llenar las faltas de servicios sociales en sus comunidades.

Para los líderes de GPLXC, la identidad está al frente de su trabajo en la creación de un espacio inclusivo en Gage Park. El director Antonio Santos dijo que quieren ser un lugar que les dé la bienvenida a todos, especialmente a aquellos que no se sienten visibles dentro de la cultura latinoamericana o estadounidense. “Durante mucho tiempo, pensé que yo era la única persona queer en Gage Park… Recuerdo sentirme como si no perteneciera, como si tuviera que salir para ser quien soy. A medida que fui creciendo, aprendí que esas cosas no son ciertas. La cosa es que no tenemos mucha visibilidad o espacios para celebrarnos y juntarnos”.

Construir una comunidad entre sí y reflexionar sobre sus experiencias comunes fue un factor clave para lanzar iniciativas en Gage Park.

El grupo comenzó ofreciendo programación gratuita de alfabetización y de arte para jóvenes en la Biblioteca Gage Park y también pidiendo más libros en español y libros bilingües para niños, que él dice hacían mucha falta. A pesar de operar desde una “pequeña biblioteca en una tiendita”, como la describe Santos, uno de sus eventos contó con la asistencia de 60 jóvenes.

Iniciativa de alfabetización de GPLCX. Foto por: Eduardo Cornejo.

Cuando comenzó la orden de quedarse en casa, GPLXC giró rápidamente para satisfacer las necesidades más urgentes de su comunidad. Santos dice que han estado alimentando a personas los martes desde marzo (hasta 300 familias por semana) y, a través de GoFundMe y una donación separada, GPLXC recaudó cerca de $90,000 para apoyar a las familias indocumentadas de Gage Park.

El Southwest Collective, que se enfoca en los vecindarios cercanos al área de Midway, es otro grupo que encabeza los esfuerzos de ayuda mutua durante la pandemia. Fundado en 2019, el colectivo aboga por solucionar problemas locales (una petición exige renovaciones en Curie Park) y conectan a las familias con recursos.

“Hemos sido bastante activos en cuanto a la respuesta al COVID, que incluye distribuciones de alimentos, distribuciones de mascarillas, cualquier tipo de distribución de recursos”, dice Enrique Mendoza, vicepresidente del grupo y originario de West Lawn. Los alimentos han sido una necesidad particularmente crucial para los miembros de la comunidad, dice, “especialmente para las personas indocumentadas que no califican para el programa de beneficios públicos”.

De día, Mendoza es un defensor legal del Legal Council for Health Justice y, a través del Southwest Collective, ayuda a los residentes a solicitar programas de asistencia estatal y beneficios públicos como Medicaid y estampillas de comida. Pero sobre todo, dice que las pruebas de COVID-19 son la mayor necesidad. Los códigos postales 60632 y 60629 tienen las tasas de positividad más altas de la ciudad, pero la capacidad para hacer las pruebas no refleja esta realidad.

La Municipalidad anunció recientemente un nuevo sitio de pruebas en el Aeropuerto Midway, lo que Mendoza considera un buen primer paso, pero agrega que no aborda la falta general de infraestructura de atención médica en el suroeste. “Tenemos muchas familias aquí, ya sean de estatus mixto o indocumentadas, que no tienen muchos lugares a los que pueden ir [para recibir atención médica]”, dice, señalando la falta de centros de salud calificados a nivel federal que ofrezcan servicios de bajo costo en áreas desatendidas.

En esta región, sede de la industria pesada por generaciones, la atención médica está estrechamente ligada a la justicia ambiental. Este año, los residentes se organizaron para exigir la rendición de cuentas de contaminadores en La Villita y para oponerse a la conversión de la antigua planta de carbón Crawford en un centro logístico, la cual los residentes temen será solo otra entrada masiva de tráfico de camiones y contaminantes. La Villita y el resto del suroeste son algunas de las partes más contaminadas de la ciudad.

Como estudiante de Social Justice High School hace cinco años, Karina Solano fue parte de una clase de química AP que examinó muestras de tierra en La Villita. Ella se sorprendió por lo que encontraron y dijo que se enteraron de la gran cantidad de contaminación que enfrentan las comunidades latinas y negras.

Con el tiempo, ella se unió a Únete La Villita, un grupo de base que tiene como objetivo dar a los residentes de la comunidad más voz sobre el desarrollo del vecindario. También es parte de un nuevo grupo comunitario, Juntos Por La Villita, que Solano describe como liderado por vendedores pequeños y compuesto por jóvenes, personas retiradas y personas que sólo hablan español. El grupo se ha estado organizando para evitar el cierre del Discount Mall en La Villita, un centro de puestos comerciales por más de 30 años, en medio de una remodelación propuesta por un nuevo dueño.

Solano dice que, junto con la implosión de una chimenea industrial en la planta de carbón Crawford el año pasado, la cual enfureció a los residentes y envió nubes de polvo al aire, “Es una combinación de todo, ya no se puede tapar con un dedo porque nos está afectando a todos “.

La desilusión con el gobierno y el sentido de abandono es una constante que se escucha entre grupos del suroeste.

Los residentes dijeron que la falta de recursos y apoyo de funcionarios electos como el concejal Ed Burke, cuyo distrito 14 abarca partes de Brighton Park. Gage Park y Archer Heights es algo que tienen en común entre los grupos locales.

Durante la pandemia, dice que la oficina del distrito no ofreció nada de ayuda a BPNC. “No fuimos contactados por su oficina, no tenemos apoyo de su oficina, no tenemos equipo de protección personal”, agregó, “Basado en nuestra relación, no se sabría que la pandemia está ocurriendo.”

Dice que la falta de apoyo y recursos de la oficina de Burke no es algo nuevo, sino parte de las desigualdades sistémicas que ha sentido el suroeste. “No tener un concejal, no tener a nadie que funcione como un enlace entre el gobierno de la Municipalidad y la comunidad, es tremendamente difícil”, dice Brosnan. “Simplemente crea un gran vacío en la forma en que las organizaciones comunitarias y los líderes comunitarios tienen que responder porque no hay cooperación”.

Para Santos, GPLXC es parte de una visión más amplia de construir el poder colectivo en su comunidad. “Nuestra comunidad no se ha organizado en los últimos 50 años, en el tiempo que hemos tenido a Burke como concejal”, dijo.

Santos y Martínez dicen que sienten la responsabilidad de usar sus voces privilegiadas, siendo graduados universitarios, para defender a sus vecinos.

Santos dijo que siente que los residentes de Gage Park no han tenido voz en la forma en que se han desarrollado las cosas y los recursos que han recibido. Dijo que todavía no tienen audiencias públicas para los cambios de zonificación o empresas que entran a la comunidad. La llegada de Amazon a Gage Park fue una sorpresa para él. La infraestructura industrial y el movimiento de mercancía en Chicago y sus impactos desproporcionados en áreas del suroeste, como el aumento del tráfico de camiones debido a la expansión de las bodegas, se han convertido en problemas en los últimos años.

Este verano, poco más de dos años después de su formación, GPLXC abrió su propio espacio en un edificio de la calle 51st. Aunque la pandemia ha cerrado las puertas para tener reuniones físicas, el centro es el lugar de reunión para la distribución de recursos para los residentes. Durante el invierno, lanzaron un mercado comunitario gratuito donde los residentes locales podían hacer una cita y recoger ropa de invierno, productos de higiene y más.

“Esperamos que en el futuro el Centro Cultural Gage Park, una vez que se haya ido COVID, sea un espacio que toda la comunidad se sienta cómoda utilizando como si fuera suyo”, dijo Santos.

Para grupos como GPLXC y el Southwest Collective, la creación de lugares es esencial. Ambos grupos han tenido que reunirse en negocios locales o en sus propias casas para poner en marcha su trabajo.

Lo mismo sucedió con BPNC en 2003. Sin la capacidad de abrir un centro comunitario, crearon espacios comunitarios dentro de las escuelas locales de Brighton Park. Brosnan ve muchas similitudes entre la nueva guardia de los grupos del suroeste: desarrollar el poder de la comunidad y representar las voces de los residentes frustrados con la forma en que se toman decisiones en el vecindario. Él dice que las organizaciones pueden trabajar juntas si son capaces de identificar sus causas comunes y reconocerse y apoyarse mutuamente.

Estimulados por la energía de los residentes latinx más jóvenes, están surgiendo nuevos grupos y coaliciones en el suroeste de Chicago para llenar los vacíos en los recursos y servir como voces para asegurar la rendición de cuentas en sus vecindarios.

Este reportaje fue escrito en colaboración con City Bureau, un laboratorio de periodismo cívico con sede en Chicago. Obtenga más información y participe en citybureau.org.

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Lynda López fue miembro del programa de periodismo de City Bureau; también es gerente de defensa del Active Transportation Alliance, donde trabaja en temas de equidad en el transporte público de la región. Escribió anteriormente para el Weekly acerca del referéndum en la boleta electoral sobre el acceso a internet. Puede seguirla en Twitter en @lyndab08

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