El más reciente libro de poesía de José Olivarez, Promesas de oro, es “un volumen de poemas de amor para los ‘homies’”, que fue escrito en medio de una pandemia mundial que nos ha dejado vulnerables y expuestos a todas las demás fuerzas que navegamos a diario. Publicado en febrero, Olivarez celebra en su poesía el amor en todas sus formas: familiar, fraternal y, a veces, fugaz.
Olivarez es poeta, educador e intérprete que nació en Calumet City, al sur de Chicago. Su primera colección de poesía Citizen Illegal exploró temas de identidad inmigrante, familia, política y nostalgia de Chicago. Después de su éxito, Olivarez lanzó Promesas de oro donde el poeta enfrenta temas del colonialismo y el capitalismo y cómo mantener vivo el amor.
Olivarez comenzó a escribir Promesas de oro en 2019, con algunos de los poemas del libro publicados en 2013. El título de la colección y los nombres de sus capítulos hacen referencia a la frase de “Oro, Dios y Gloria” que representa la filosofía de los invasores españoles para la explotación, erradicación y esclavitud en México y en las nuevas conquistas imperiales de España.
En Promesas de oro, Olivarez adapta su estilo a las imágenes coloniales y al lenguaje del imperio para formar la estructura del libro, pero también lo utiliza para rechazar el daño colonial. “¿Qué es el oro para nosotros? ¿Qué es sagrado para nosotros? ¿Dónde encontramos la gloria?” nos pregunta Olivarez en el prólogo.
Promesas de oro es una colección pospandémica llena de ansiedades de clasismo y resentimiento hacia los ricos y poderosos. En uno de sus poemas, “Sólo es un día cualquiera de la cuarentena y ya estoy soñando despierto con robar a gente rica”, Olivarez sueña con darle un golpe en la cara a Jeff Bezos, presidente de Amazon, y vivir lo suficiente para volver a golpearlo.
“Creo que [la colección] resiste el imperio al oponerse a la forma en que el imperio quiere hacer que todos los libros sean funcionales [para el sistema]”, dijo Olivarez en una entrevista con el Weekly. “No es un libro antirracista… no tiene un propósito de diversidad, equidad, e inclusión. Es útil, quizá sólo para los que estamos interesados en organizarnos.”
Muchos de los poemas con temática sobre el acceso económico surgen del deseo de que fueran más directos acerca del clasismo. “Cuando escribí Citizen Illegal, pensé que la identidad de clase era una parte importante de esos poemas. Y descubrí que… la mayoría de las conversaciones que la gente estaba interesada en tener conmigo eran sobre la identidad, la pertenencia y la familia”, dijo Olivarez.
Al escribir estos poemas, Olivarez quiso captar el modo en que la clase social y la pobreza han moldeado su propia vida. Hay un sentido de rabia contundente en las páginas: desde la promesa de la riqueza, lo que hacen los ricos para beneficiarse a sí mismos, y el aprender a adaptarse a tener dinero aunque siempre con ansiedad. “El otro día hablaba con un amigo y le decía: ‘No pasa un día sin que me sienta estresado al mirar mi cuenta bancaria. No importa cuánto dinero tenga. No sé si ese tipo de inseguridad desaparecerá algún día”, dijo Olivarez.
A lo largo de Promesas de oro Olivarez explica cómo los artistas crean arte que desafía el imperio, pero que también puede ser absorbido por el imperio, con todo y sus críticas, opiniones y demás. “American Tragedy” (Tragedia estadounidense) en un ejemplo:
“…es más fácil escuchar a un artista afuera de su arresto capaz de
girar el secreto en una moneda que podemos compartir en una cena donde todos suspirarán & mirarán
contemplativamente esa es su parte en esta tragedia estadounidense”
A continuación, el “Poema con un poco menos de agresividad” pone a todas las personas implícitas en la violencia y el consumo del capitalismo, incluso al artista, que aclara antes de su crítica: “cuando me invitan/ a los salones de los ricos… tomo asiento/ me retratan, y enseño los dientes/ lo inofensivo/ que soy”.
“…no puedo ayudar a los pobres si soy uno de ellos dice el banquero que firma la ejecución hipotecaria de mi familia. es verdad, lo sabes: no hay consumo ético bajo el capitalismo. algunas verdades son inútiles.”
“Después de haber sido un poco más reconocido por diferentes instituciones poéticas y culturales, sólo ver cómo esas organizaciones y esas instituciones pueden defender un cierto tipo de postura política, [y] al mismo tiempo, pueden por otro lado aceptar donaciones y dinero de la gente más asquerosa del planeta”, añadió Olivarez.
“Parte de lo que intento hacer es mantenerme alerta e incluso desconfiar de mí mismo en algunos aspectos, intentando mantenerme firme al recordar que todo eso es pasajero. Lo que importa no es necesariamente ese tipo de apoyo institucional, sino escribir poemas en comunidad con la gente que lucha contra el imperio, es la forma que yo lo expresaría”.
En el prólogo del autor y al hablar con él, Olivarez suele referirse a sus poemas como intentos de embellecer una situación o crear espacio para imaginar algo diferente. “Algunos poemas son, en cierto modo, intentos fallidos. En realidad no pueden deshacer el daño que quieren deshacer. No pueden capturar el momento que intentan ilustrar, mostrar o revelar”. Existe una tensión a la hora de hacer bello lo feo y complicado, pero Olivarez piensa que escribir es un intento de sostener la fugacidad de esos momentos y dejarlos vivir más tiempo.
“Escribo mucho sobre la familia y sobre las posibles vidas de mis familiares… y escribo mucho sobre mi familia que ha fallecido. En cierto modo, los poemas son más bellos para mí cuando pueden contener a esas personas”, afirma Olivarez. “Es un espacio imaginario que creo en los poemas, y al final del poema, esos espacios se esfuman. Para mí, la belleza sigue existiendo incluso cuando se desvanecen, porque así puedo sostener la conversación un poco más”.
En el poema, “Casi un soneto para la vida de mi mamá que casi fue”, Olivarez dibuja la vida que podría haber sido para su madre si no hubiera tenido hijos.
“…ella pasa sus veintes siguiendo a Marco Antonio Solís
de show
en show. manos arriba rindiéndose. rezándole a un
dios diferente
al que ahora le dedica los domingos de rodillas.
me encanta
imaginármela así: su nombre María, María un nombre
que los hombres
maldicen a los cuatro vientos de Guadalajara a Oaxaca. el santo
nombre de la madre
renacida una madre de nadie….”
En esta realidad prácticamente alternativa, persigue espectáculos musicales y sólo se ocupa de sí misma. El poema señala que ella protestaría si oyera esto, pero no deja de preguntarse cómo sería su vida si tuviera su propia vida. Al escribir, Olivarez rellena los huecos de silencio entre ellos y los aspectos de su madre que simplemente no puede conocer.
“Una de las grandes revelaciones para mí es que, cuando era niño, mis padres me hablaban de los sacrificios que hacían por mí, los sacrificios que hicieron por mí y mis hermanos, lo que me hizo pensar que siempre llevaban algo de tristeza o añoranza por la vida que dejaron”, dijo Olivarez. “Pero mi madre siempre se aseguraba de decirme: ‘No estoy triste por las decisiones que he tomado. Esta es mi vida. Y esta es la vida que yo quería, y que escogí’”. En ese mismo poema, hay un punto en el que ella se defiende [y] dice que su vida sería aburrida sin su familia y sin Dios, que es como mi madre realmente… es lo que ella dice”.
A lo largo de la colección, Olivarez aborda la soledad, la nostalgia y el desamor de formas tangibles y nuevas. “La poesía no es terapia”, titula un poema, aunque su primer verso responde: “pero eso no significa que no lo intenté”.
Pero Promesas de oro está lleno de ironía, sobre todo por la forma en que Olivarez escribe. Olivarez empieza imaginando a sus tres hermanos pequeños y escribiendo un poema que les gustaría a ellos. “Para mí es importante que no se sientan excluidos de los poemas, que si quieren leerlos, puedan hacerlo”, dijo.
Aunque emotivo y profundo, el libro brilla más cuando oscila entre lo absurdo y lo sincero, lo serio y lo divertido. En las lecturas públicas, la gente se encuentra entre la risa y el silencio. “Creo que el humor le añade a la poesía una textura muy particular que resulta útil. Puede ayudar a darle algo de chispa y fuego y los revive en cierto modo”, afirmó.
En Promesas de oro, lo cotidiano se vuelve lírico, ya sea que el lector se ría a solas con el libro o escuche sus poemas en público. Su poema favorito de la colección es “Comer en Taco Bell con mexicanos”, en el que, tras presentarle su futura esposa a su hermano y prometerle llevarla a un lugar secreto de comida mexicana, la terminan llevando a Taco Bell. En ocasiones, la colección incluye mensajes de texto de su hermano en los que, por ejemplo, le dice que se está convirtiendo parte de la “CLASE MEDIA en este pinche lugar” y que el cielo y la poesía son increíbles.
Promesas de oro se imprimió al mismo tiempo que su traducción al español por David Ruano González, poeta y traductor mexicano en la Ciudad de México. La nota de traductor de González se sitúa al principio del libro.
Si un acto de traducción es siempre un acto de traición, como dice el dicho, González añade que “la traducción es una decisión también”. En la colección explica algunas de sus decisiones y cómo negocia el significado, el ritmo y el juego de palabras entre la obra de Olivarez y su interpretación. González navega entre serle lo más fiel posible a las intenciones de Olivarez y mantener la lengua española. Como él mismo dice, la segunda mitad de Promesas de oro son “Las vivencias relatadas por José Olivarez en su obra poética, vistas desde mi posición de mexicano que vive en México, son las vivencias de un mexican, no de un mexicano.”
Para Olivarez, leer sus poemas en su primer idioma hace que vuelvan a sentirse como nuevos. “Aunque las cosas sucedieron en inglés, ver cómo se desarrollan los poemas en español todavía me sorprende y me emociona y me hace sentir como si estuviera fuera de mis poemas de una manera que desconozco”, dijo Olivarez. “El español fue mi primera lengua, y es la lengua que mi familia utiliza para hablar entre ellos, así que ver algunos de esos recuerdos, que sólo he procesado en inglés, renacer en la lengua en la que a veces sucedieron, los hizo más reales”.
Los poemas de “Mexican Heaven”, que ocupan un lugar tan destacado en su primera colección de poesía Citizen Illegal, están aquí de nuevo. En Citizen Illegal, los poemas son un hilo conductor que se hacen referencia unos a otros y todos representan anacrónicamente el cielo y sus rostros familiares. En el cielo no hay anglosajones. Jesús es tu primo reencarnado del barrio y Dios es “uno de esos mexicanos religiosos” con quien los demás evitan tomar o fumar. A veces, la gente es recibida en la puerta, y otras veces, los mexicanos tienen que entrar a escondidas o trabajar en la cocina para conseguir su propia versión del sueño americano”.
Citizen Illegal no hace ningún intento de prometer el sueño americano. Pero en Promesas de oro, los poemas del cielo mexicano adquieren un tono más oscuro. Cada poema rechaza la gloria y todo lo que tiene que ofrecer; el cielo ha perdido su brillo.
Los mexicanos dicen “no gracias al cielo”, porque un paraíso requeriría que alguien limpiara los baños. Sus habitantes consideran aburridas sus fiestas de lujo, se envían mensajes de texto para decir que es hora de irse y abandonan el paraíso por un lugar mejor entre el cielo y el infierno. En el segundo poema, “El cielo mexicano”, Olivarez escribe:
“olvida el cielo & sus promesas de oro
—todo lo que hacemos en este planeta
tiene un propósito. cada poema, cada acto
de fotosíntesis, cada protesta. si el cielo
es real, entonces sus puertas están cerradas para
nosotros. tal vez
el cielo es sólo un museo de toda la vida
que hemos extinguido…”
Más adelante en el poema, añade:
“…en la muerte, llegamos
a la casa de dios—sólo para encontrar a dios torturando
muñecos. queríamos ser hechos a imagen & semejanza de dios —imaginamos
oro & no el fundir que el oro necesita.”
En sus propias palabras, Promesas de oro “intenta hacer bello lo complicado, pero no ignora lo complicado. Abraza el mundo”.
Reema Saleh es periodista y estudiante de posgrado de política pública en la Universidad de Chicago. Anteriormente escribió sobre los cambios del Concejo Municipal.