La semana pasada, decenas de empleados se salieron del trabajo en dos de las plantas de Tortillería El Milagro, citando sueldos bajos, una pérdida constante de empleados y una cultura laboral tóxica que ha contribuido a una escasez de la popular tortilla en todo el país.
Rumores de malas condiciones laborales comenzaron a circular a principios de 2020 cuando, en medio de la pandemia, la gerencia de El Milagro no solo no proporcionó Equipo de Protección Personal (PPE, por sus siglas en inglés) a sus empleados, sino que supuestamente no les permitió traer cubiertas faciales de su casa.
Cinco empleados murieron por complicaciones del coronavirus, entre ellos Roberto Escobar, quien según los trabajadores, intentó prevenirse trayendo su propia mascarilla al trabajo, pero fue reprendido por usarla. Aunque El Milagro cerró durante dos semanas después de su muerte, los trabajadores dicen fue por presión pública y que se implementaron pocas medidas de seguridad. También dijeron que no se ofreció suficiente apoyo a los fallecidos ni se notificó adecuadamente a los trabajadores de al menos 85 casos confirmados de COVID-19.
Horas antes del paro laboral el 23 de septiembre, una ex empleada, Rosalba Durán, acudió a la oficina de recursos humanos dentro de la sede de El Milagro en la calle 26 para recoger su último cheque. Para su sorpresa, encontró el lugar cerrado. “Ellos nunca cierran”, dijo. “Algo deben saber”.
Cerca de las 5pm esa tarde, los trabajadores se reunieron en el Parque La Villita detrás del Discount Mall. Los organizadores de la organización de derechos de los trabajadores, Arise Chicago, los ayudaron a formular sus demandas y a encontrar su voz.
Los trabajadores marcharon por el estacionamiento, cruzaron la calle 26 y formaron una línea de piquete frente a la ubicación popular de El Milagro, gritando: “¡El pueblo unido jamás será vencido!” “¡Milagro, escucha, estamos en la lucha!” y “¡No es El Milagro, es el maltrato!”
Era la hora pico y los carros y camiones pitaron en apoyo de los trabajadores. Los clientes que llegaban no entraron al Milagro, sino que se detuvieron a escuchar las quejas de los empleados.
“Nuestra area de trabajo es muy caliente, este año yo la senti mas caliente que nunca. Hemos llegado a temperaturas superiores a los 90 grados… pero lo que hemos recibido como respuesta son unos [representantes] de una compañía que contrataron anti-union, lo cual ha generado desanimo en nuestros compañeros”, dijo Pedro Manzanares, empleado de El Milagro y residente de La Villita. “No estamos aquí todos, falta mucha gente que se quedó por miedo”.
Añadió que los trabajadores se sienten como si los estuvieran trabajando como máquinas. “Las máquinas son tan rápidas que nuestras manos no son tan veloces… Tratamos de hacer nuestro mejor esfuerzo, pero ya llegó un momento en que dijimos, ‘ya basta, no puedo mas’. Mis brazos, mi espalda, mi cintura, están adoloridas”.
Jacinta Castro trabajó en El Milagro desde 1979. Pero aunque ha apoyado a sus compañeros de trabajo, ha firmado cartas y asistió a la protesta, dijo que renunció porque estaba cansada del manejo de la compañía bajo los gerentes Alex Arévalo y Hortensia Calderón.
Castro dijo que notó que la cultura de trabajo comenzó a cambiar después de la muerte del fundador, Raúl López, en la década de los ’90, quien supuestamente era trabajador y respetado. Ella estuvo de acuerdo que El Milagro trabaja en exceso a los empleados y ha sido testigo de compañeros de trabajo que se han caído o lastimado repetidamente y que tienen que regresar al trabajo.
El Milagro posee cuatro plantas y cinco restaurantes con más de 600 empleados en Illinois, según un empleado de diez años, Martin Salas, y tienen plantas en otros estados.
“Como no tienen gente, le suben a las máquinas a todo lo que da, y nosotros estamos cansados ya. Nosotros no somos máquinas”, dijo Salas, quien dijo empacar 80 paquetes de tortillas por minuto.
Fuera del Milagro, los trabajadores se quejaron de la falta de aumentos de sueldo y dijeron que a los nuevos empleados frecuentemente se les paga un sueldo más alto que a las personas que han estado ahí durante años, incluso décadas.
No solo eso, dijo el trabajador Luis Oliva, sino que tienen que capacitar a los nuevos trabajadores, quienes muchas veces optan por irse después de haber sido entrenados una vez que se dan cuenta de lo agotadora que es la línea de producción. “Nos quieren obligar a trabajar los siete días”, dijo.
Después de ls manifestación, varios empleados regresaron a su lugar de trabajo en la planta de la 2140 S. Western pero la gerencia los dejó afuera durante horas hasta que llegó la policía y escoltó a los empleados para que recogieran sus pertenencias.
“Aunque no tengan [sindicato], es legal organizarse en grupos, en comités, y plantear demandas“, dijo Jorge Mújica, estratega de Arise Chicago. “La compañía está obligada a sentarse a discutir contigo. No está obligada a negociar un contrato colectivo hasta que no tengas mayoría [de voto], pero está obligada a sentarse a discutir contigo, y eso es lo que estamos haciendo aquí”.
Los trabajadores de El Milagro exigen implementar una escala salarial basada en la señoría y cualificaciones, un fin al acoso sexual que algunas empleadas dijeron era un problema continuo, y la reducción del flujo de trabajo a niveles normales.
Buscan una respuesta de la gerencia antes del 29 de septiembre o, como dijeron, “¡Milagro, vamos a volver!”
Jacqueline Serrato es la editora en jefe de South Side Weekly. Contribuyó a Best of the South Side 2021 como la capitana de las secciones de La Villita, Pilsen y Back of the Yards.
En el año 2018 trabaje para ésa mierda llamada el Milagro pero es todo lo contrario lo hacen uno trabajar sin capacidad y tener práctica en ese entonces era el supervisor el perro de mierda Jesús apodo Chuy y exijia mucho pero mal pagada la hora el turno era de 2pm a 1:0am eran madresas.